El fenómeno Satisfayer debe haber llenado los bolsillos de muchos, porque no dejan de aparecer imitadores, ya sabes, succionadores de clítoris de otras marcas y modelos, pero con estética similar ¡no vayamos a confundirnos! Como te decía, todo un fenómeno, pero que parece estar ya de capa caída.

Y, claro está, tanto se habló de él que al final una se siente obligada a probarlo, aunque solo sea por curiosidad y dado que su coste no es un escándalo, que cuesta entre 20 y 25 euros en todas sus variantes, fue fácil llegar a la conclusión de ¿y por qué no? Y porque sí lo compramos. Reconócelo, nos hablan de placer y somos débiles, lo que me lleva a pensar que hay mucha insatisfecha suelta, que no soy yo sola. Una pena. Y los hombres creyendo que en la cama son buenísimos… En fin, sigamos.

Vale, de acuerdo, yo no lo compré en el sentido estricto de la palabra, a mí me ha salido gratis porque me lo regalaron. El caso es que lo probé. Y cuando amplié con él mi cajón de juegos (sí, cajón, no como Christian Grey que tiene una habitación entera) no lo puse entre los favoritos. Y es que su mecanismo no me sedujo mucho, eso de ir tan al grano, objetivo: orgasmo en tiempo récord, como que no. Es decir ¿ya, cómo que ya? ¿Y tocarse solo por fuera? ¿No falta algo? No sé, llamadme rara. Así que me compré otras cosas (jijiiji… Vaaaa… Si te interesa te lo cuento en el siguiente post, pero déjamelo en comentarios).

Probando el Satisfayer original

A lo que íbamos, que llegar llego, el succionador justiciero que pone a todas en su sitio y se enfunda en una caja rosa muy chula, cumple lo que promete. Porque me regalaron el original, para descubrir la verdad de la misma fuente.

Cuando lo cogí pensé que era más grande de lo que había imaginado y lo puse en marcha ipso facto. Metí el dedo en la hendidura que tiene, para tocar la membrana succionadora y probar su fuerza, también en mi nariz y en la palma de la mano, no vaya a ser que no se adapte. Y una vez comprobada la potencia y con miedo a que me hiciera el clítoris grande con ese bombeo tan exagerado (en el nivel máximo), me dispuse a probarlo, pero suavecito. 

Mmm… Lo cierto es que, si lo pones muy flojito no es especialmente efectivo, así que subí un par de puntitos y mejor y también lo moví un poquito y ¡Hala! Qué dices ¿ya? Es como un eyaculador precoz en versión femenina ¡un despropósito! Y lo cierto es que no fue un orgasmo intenso y satisfactorio, como a los que me tiene acostumbrada mi cuerpo. Fue un poco más rancio, lo que te obliga a repetir, por supuesto y, aunque ya sabes que vas a correrte en seguida, igual te sorprende ¡increíble! Quizás incluso antes que el anterior ¿pero ya? ¿¡Cómosposibleeeee!?

Veredicto: ¿no será todo marketing? ¡Pero si la diversión termina en seguida! Repites, obvio, con lo que hay más probabilidades de adicción y ya sabes lo que dicen ¡que te puedes quedar ciega!

El resumen es que ¡falta algo! No es lo mejor que ha pasado, no me he quedado tonta dándole (o sí, dime si notas algo raro) y tampoco va a ser mi juguete favorito, que no se pongan celosos los de mi cajón que los sigo prefiriendo a ellos. También te digo que si pasó ya a la historia ¡por algo será!

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